La negrura de la noche, con el único sonido casi imperceptible que colándose por la ventana mal cerrada
ululaba el viento.
Hizo que sus pensamientos volvieran a ella. Estaba reclinada, cansada, sobre uno de los 2 butacones que le servían de cama cuando el sueño le abandonaba.
_ Esta vez lo conseguiría, se levantó perezosa mente y se encaminó hacia el baño. Su cuerpo pesado se esloró hacia la pared mas cercana, parando su caída.
_ Esta vez lo conseguiría, argulló una vez mas, pero ésta con mas determinación.
Se quitó la bata y el camisón que llevaba puesto y se miró al espejo, devolviéndole una imagen, que ella calificaba con desprecio.
_ Gorda, y se echo a llorar.
Las tripas le sonaban ruidosamente . Con las manos cogiendo a puñados las lorzas de grasa y piel que colgaban de su vientre.
Se odió, era desolador comprobar que su cuerpo era la cárcel que le aprisionaba, probándola de libertad.
Había abordado decenas de tratamiéntos y ninguno después de un tiempo de dura abstinencia, había surtido efecto alguno, por el contrario, ganaba peso.
Los médicos y sobre sicólogos no habían conseguido nada, sólo ella lo haría, aún con la cara mojada por las lágrimas se miró una vez mas al espejo.
Despeinada y con restos del maquillaje del día anterior, su aspecto era terrible.. Su garganta desfigurada con una enorme papada, sus pechos, caían pesadamente .
Armándose de valor, se tomó un triste desayuno, se enfundó un chandal, salió a la calle resuelta a correr.
El aire era agradable, solitaria la noche, pero con paso decidido un pié detrás del otro, vió como asomaba por el horizonte el sol anunciándole un nuevo día.