EL EXILIO
Su fecha de nacimiento nunca se supo, pero si
que cuando ocurrió la guerra civil, ya
estaba casada y tenía un hijo.
Nacida
en Málaga, en el seno de una familia acomodada cuyos ascendientes pertenecieron
a la nobleza y poseían títulos nobiliarios que lo acreditaban.
De
niña sus tíos se hicieron cargo de su educación, alojándose en un medio
palacete en el barrio de Gibralfaro en una zona residencial de Málaga.
Su
educación fue exquisita, ya que por aquellos años, las señoritas eran acogidas,
en régimen de internado, para acceder a tener una buena preparación, en
colegios de religiosas, donde se impartían académicamente, por un profesorado
muy bien preparado, tanto en idiomas como en humanidades, saliendo de dichas
aulas preparadas para entrar en sociedad.
El
casamiento fue con un abogado prometedor, joven pero bien valorado por sus
calificaciones y relaciones,
La
belleza y el encanto que su presencia irradiaba, le habría siempre puertas
hacia su nueva vida y no encontró resistencia alguna para acomodarse a su nueva
situación.
Pronto
llegó un hijo y la dicha fue de nuevo su aliada. Pero no pasaron dos años cuando un desgraciado accidente,
llenó de fatalidad lo que hasta entonces había sido dicha.
En
casa de sus cuñadas cayó su hijo de la mesa y el golpe le dejó sumido en una
paraplejia total, contaba con tan solo dos años.
Marta
se hizo cargo de su hijo, que durante 13 años mas vivió, inválido, de cuerpo y
mente.
Todo
se desarrolló muy rápidamente, la guerra lo arroyó todo, mataron a su marido,
se vio totalmente desvalida y tuvo que marcharse a Barcelona.
Allí
murió su hijo. Sola ante tanta desgracia, acorralada por sus ideas liberales,
perseguida por el régimen que amenazaba con detenerla.
No
pudo hacer otra cosa que buscar ayuda
para poder huir de España y
refugiarse en Francia, atravesó la frontera por Perpiñán, con riesgo de su
propia vida, y dejando cuanto de recuerdos tenía detrás.
Una
vez en Paris, tuvo que contactar con personas que como ella, una emigrante en
el exilio, sin recursos, necesitaba ayuda.
Prontamente
tuvo respuestas y se embarcó con rumbo a Chile entre centenares de compatriotas
en la misma situación.
No
pasó desapercibida, ya que su don de gente, enseguida tuvo eco entre los que la
acompañaban.
Explícitamente
ayudaba en cuanto en sus manos estaba, sus conocimientos, los ponía siempre al
servicio de los demás, ganándose el respeto y el merecimiento que necesitaba.
Allí
conoció a su nueva pareja, Rafael, que juntos pasarían el resto de su vida,
En
Valparaíso vivieron juntos dos años, en los cuales trabajaron en diferentes
ocupaciones, hasta que una nueva situación en España, les hizo trasladarse
nuevamente a Paris.
El
cambio de las leyes españolas acogiendo a los exiliados de la guerra, les
impulsó a volver. Sin nada en los bolsillos, nuevamente a Málaga, viejos ya .
Un
sinfín de españoles acudieron a la llamada, se encontraron con una situación
terrible de desamparo, pero en casa.
Poco
tiempo después, moría dejando un sinfín
de amigos, la estela que dejó a lo largo
del camino, perdura en el tiempo de quienes tuvieron la dicha de conocerla.
CONCHI
JIMENEZ, DICIEMBRE 2012.
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